La rubefacción es, en medicina, el color rojo o sanguíneo que se presenta como fenómeno morboso en la piel y en las membranas mucosas, por efecto de un medicamento o por alguna alteración de la circulación de la sangre debido a alguna inflamación o enfermedad específica.

Un rubefaciente es una sustancia de aplicación tópica que produce un enrojecimiento de la piel, por ejemplo, al provocar la dilatación de los capilares y un aumento de la circulación sanguínea. A veces se han utilizado para aliviar el dolor agudo o crónico, pero hay pruebas limitadas en cuanto a su eficacia,[1][2] y a partir de 2014 las buenas prácticas no apoyan el uso de geles y cremas que contengan rubefacientes para este fin.[1]

Ejemplos

Los rubefacientes medicinales comunes incluyen:[2]

Los rubefacientes herbales comunes incluyen: [cita requerida]

  • Clavo de olor (Syzygium aromaticum)
  • Ajo (Allium sativum)
  • Jengibre (Zingiber officinale)
  • Rábano picante (Cochlearia armoracia)
  • Mostaza (Brassica alba o Brassica nigra)
  • Ortiga (Urtica dioica)
  • Aceite de romero (Salvia rosmarinus)
  • Ruta (Ruta graveolens)
  • Menta (Mentha piperita)

Referencias

Véase también

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